El genocidio de los Selk’nam tiene la firma de varios personajes que amasaron inmensas fortunas y no vacilaron en recurrir a la cacería de indígenas y a la reclusión de los sobrevivientes en campos de concentración. El pasado oscuro de una familia patricia que hoy continúa en el poder.
El primero de nuestros personajes será Julio Popper, un ingeniero rumano-judío, que en 1885 llegará a lo que hoy es Santa Cruz, atraído por los rumores de yacimientos de oro, que efectivamente encontrará y explotará. Se hará rico casi inmediatamente, y tomará propiedad de las tierras de Tierra del Fuego en carácter de “colono”, demostrando lo fácil que era adjudicarse un derecho sobre tierras de la nación (si no eras originario, obviamente). Incluso, fueron tantas las riquezas que logró amasar, que se dio el lujo de acuñar moneda propia mediante la Casa de la Moneda de la Nación, el “popper”, de curso legal en sus inmensos dominios.
Este extravagante individuo que, seguro de su valía, gustaba documentar sus aventuras, conservará para la posteridad las escenas fotográficas en las cuales él mismo (nunca perderá su “espíritu aventurero”), junto a mercenarios europeos y nacionales financiados de su bolsillo, emprenderá la primera matanza organizada contra los Selk’nam. La Masacre de “San Sebastián”, donde de noche y armados con rifles de repetición, ingresarán a una toldería disparando contra hombres, mujeres y niños, empujándolos contra un peñasco, para que los cuerpos fuesen cayendo al mar a medida que eran abatidos. Un joven Selk’nam, armado de arco y flechas, intentará defender a los suyos escondido tras una roca. Lo encontrarán, y se ensañarán: su cuerpo quedará agujereado con 28 disparos. El incidente será denunciado por el sacerdote salesiano Fagnano, quien intentará detener los abusos contra los pueblos fueguinos, con resultados igual de funestos: sus misiones de San Rafael y la Isla Dawson serán campos de reclusión, donde los originarios serán diezmados por la tuberculosis, la tisis, la depresión y el alcoholismo.
En las expediciones de caza de Popper comenzarán a actuar personajes de dudosa reputación, famosos por su crueldad y su sangre fría. Entre ellos el coronel Ramón Lista, quién será el segundo gobernador de Santa Cruz, partícipe de la masacre de San Sebastián (incluso habría amenazado al padre Fagnano con fusilarlo si no dejaba de interponerse con su “humanismo” al progreso). El propio Lista expresará su indignación en una carta a su amigo, el presidente Juarez Celman, de que los brutos indígenas no se dejaran tomar “medidas antropométricas”. Hoy un departamento de la provincia de Formosa y varias escuelas de todo el país llevan su nombre.
El ingeniero Popper tendrá el dudoso mérito de ser el primero en enviar fueguinos a Europa para la investigación, que llevaría a éstos a ser expuestos vivos en zoológicos de las civilizadas Francia y Alemania.
Popper morirá joven (35 años) y en circunstancias dudosas (murió de “muerte súbita” en la habitación de un hotel de Buenos Aires) y sin descendencia. Quien fuera su principal competidor en la zona, José Menéndez, será el nuevo adjudicatario de sus tierras.
Manuel Señoret: remate de indios en Punta Arenas
El territorio donde habitaron los Selk’nam, la Isla Grande de Tierra del Fuego, fue repartido entre dos países, Argentina y Chile, y los dos estados hicieron caso omiso a las denuncias (tímidas, es cierto) de los salesianos respecto de las matanzas de indígenas llevadas adelante por los estancieros y sus fuerzas parapoliciales. La actitud de los gobiernos siempre osciló entre los cuestionamientos formales ante las denuncias reiteradas por la actitud de los terratenientes y las importantes concesiones a éstos. Por ejemplo: el gobierno argentino de Tierra del Fuego especificaba que el máximo de tierras concedidas a “colonos” (hombres europeos que desearan afincarse en la región) era de 30.000 hectáreas, pero al magnate asturiano Menéndez se lo exceptuó con casi un millón y medio de hectáreas.
Por el lado chileno, quien fuera el gobernador de Magallanes, contraalmirante Manuel Señoret, propuso un santo remedio a la situación: llevó adelante una “campaña contra los indios” en 1895, la cual capturaría 200 fueguinos entre Selk’nam, Yaganes, Qawasqar o Alakalufesque, mayoritariamente mujeres y niños (los varones se resistían y eran exterminados), para ser vendidos en Punta Arena como esclavos. Varias calles del vecino país llevan su nombre.
José Menéndez, “El rey de la Patagonia”
Con el asturiano José Menéndez comenzará la época de los cercamientos masivos. Los alambrados y los enrejados dividirán el territorio en el que siempre se habían movido en libertad los guanacos, y con ellos sus cazadores Selk’nam. Los guanacos se irán alejando paulatinamente hacia el sur de la Isla, alejándose de hombres y cercos, lo que será un golpe fatal para la subsistencia de los aborígenes fueguinos, extremadamente sensibles a las modificaciones ecológicas.
¿El motivo de los cercamientos? Ovejas. Menéndez llevará adelante una verdadera industria del ganado ovino. Como señala el historiador español José Luis Alonso Marchante en su libro “Menéndez, rey de la Patagonia”, familias como los Menéndez y sus competidores y posteriormente socios, los Braun, fueron parte fundacional de la Sociedad Rural de Tierra del Fuego y propietarias de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, que llegaría a tener 1.376.160 hectáreas, 1.250.000 lanares que producían 5.000 millones de kilos de lana, 700.000 de cuero y 2.500.000 de carne anuales.
Las ovejas, insaciables devoradoras de pasto desplazarán a otros mamíferos que formaban parte de la dieta de subsistencia fueguina. Éstos, sumidos en el hambre e ignorantes de la propiedad privada, comenzarán a cazar las ovejas, y esto no gustará nada al todopoderoso monopolio Braun-Menéndez (aliados por matrimonio, quiénes crearían en 1908 lo que actualmente es la gran cadena de supermercados “La Anónima”, que cuenta con 159 sucursales en 80 ciudades del país, y todavía en propiedad de la familia). Para controlar a los “ladrones” originarios, ofrecerá una libra esterlina por par de testículos o de senos a quien se ofrezca a poner fin al problema.
Tamaña recompensa atraerá mercenarios de países como Inglaterra, Irlanda y Escocia, y entre ellos al más funesto entre los funestos: Alexander Mc Lennan, “El chancho colorado”. Gigante, pelirrojo y de cuello grueso, se destacó especialmente en el asesinato de Selk’nam. Tanto que fue puesto como capataz y administrador de estancia por José Menéndez. Este personaje será el protagonista de servicios a la civilización tales como el “Envenenamiento de Springhill”, donde cientos de Selk’nam morirán luego de consumir la carne de una ballena varada (parte de su dieta normal) previamente inoculada con veneno, o la “Matanza de Santo Domingo”, donde en conjunto con otros capataces de estancia se convocará a una gran grupo de Selk’nam a celebrar un banquete para acordar la paz, donde serán asesinados a traición en medio del mismo. Los descendientes de Selk’nam, cuyo testimonio fue conservado por Anne Chapman, nacidos en las misiones y criados para peones de los estancieros, nunca olvidaron que Mc Lennan dirá que a los indios había que matarlos, porque no servían para la disciplina del trabajo. Cualquier semejanza con ciertos discursos actuales NO es mera coincidencia.
Chancho Colorado se jubiló rico, de a una libra esterlina por vez. En su Asturias natal, pero también en la ciudad chilena de Punta Arenas, hay muchos lugares públicos que homenajean a José Menéndez.
Un Genocidio en continuo permanente
¿Cómo hablar del genocidio Selk’nam en tiempo pasado, como si sólo fuese un capítulo funesto de la historia de la constitución del Estado Nacional, cuando el jefe de gabinete de Macri, Marcos Peña, y su primo Miguel Braun, secretario de Comercio de la República Argentina, son descendientes directos de los Menéndez Braun que para hacer su inmensa fortuna exterminaron casi por completo a un pueblo originario?
Como suele suceder con las clases dominantes cuando intentan esconder su pasado oscuro, éstos contaron con sus propios escribas. Así, miembros del clan como el historiador Armando Braun Menéndez explicaba, en 1971 que los “Onas” habían desaparecido a causa de sus malos hábitos alimenticios y su glotonería, que los llevaría a comer “hasta ballenas en mal estado”. El historiador Alonso Marchante, entrevistando al bisnieto de “Chancho Colorado” Mc Lennan se asombrará al escuchar que éste reivindica lo hecho por su antecesor y por Menenédez ya que, gracias a su labor, “no existirían reclamos territoriales” por parte de descendientes de originarios como en otras provincias.
El olvido al que se intenta confinar al genocidio Selk’nam, una cultura milenaria que sucumbió a la brutal persecución de los dueños del poder, perpetúa las masacres y la opresión, trayéndonos hacia el presente el despojo y la barbarie. Que los descendientes de los responsables continúen siendo los dueños de la tierra y del poder, también.
* Publicado originalmente en La Izquierda Diario