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El coleccionista de huesos


“... El Perito Moreno fue un alcahuete, racista

y fundador de fascismo...” Osvaldo Bayer

Poseedor de uno de los monumentos más grandes de Bariloche, Moreno fue designado en 1875 para explorar estos territorios, desconocidos para una Argentina incipiente. El “incansable explorador”, no fue sino un espía de Bs As, un alcahuete (diría Bayer). Su función se orientó a recabar datos, no sólo geográficos, de las mejores tierras, sino también a recopilar información sociopolítica de los pueblos que desde más de 10.000 años habitan estas latitudes (la zona arqueológica del Trébol da cuenta de ello), para consumar luego la ocupación territorial estatal. Hasta el día de hoy sus herederos directos lucran con tierras, en la cabecera norte del Lafken que lleva su nombre, en el negocio inmobiliario de una Furilofche mapu que aún hoy relega a la gente mapuche a la periferia pobre y hacinada… cuando la memoria oral muestra que desarrollaban una vida de autosuficiencia, libre, antes de la llegada del Estado argentino.

Las crónicas lo señalan como el primer argentino que llega a las costas del Nawel Wapi, enarbolando la bandera argentina en 1876 dicen. Este hecho no hace más que esclarecer que no había soberanía argentina en el territorio de este gran lago, ni siquiera por herencia virreinal. Estos territorios gozaban de la existencia de pu reñma mapuche –familias en castilla zungun-, por lo que se construyó como inédito algo que no era más que un acto de intruso y usurpador, digno del uso del término wingka, porque entre la gente de Bariloche no todos son wingka.

Racista, coleccionista de huesos y saqueador de cementerios, se sirvió de un sinnúmero de aplaudidores de la sociedad civil, de periodistas que lo ensalzaban y engrandecían a partir de darle el título de profesiones que él no tenía, dado que ni siquiera existían. Un exponente inigualable del evolucionismo cientificista. Su labor no hizo más que descalificar e inferiorizar a los diversos pueblos que llevaban una vida comunitaria, con una organización política colectiva y con principal órgano de decisiones en el trawün.

Legitimó la idea de “exterminio natural de las razas inferiores”, naturalizando el genocidio y ocultando la intencionalidad y responsabilidad política del robo de las tierras por parte de las oligarquías del incipiente Estado argentino. Ser de acciones que merecen más de una condena. Cuentan que se regocijaba de imaginar los cráneos y los cuerpos muertos de gente mapuche y gününa küna que estaba privada de su libertad en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

Luego de la Campaña y por decreto constitucional fue premiado con tierras, parte de las cuales, donó para la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi. Fue esta institución la que se creó para ejercer el control en las nuevas tierras invadidas, con una fuerte y total inspiración en Estados Unidos. Sus aplaudidores, cuentan que también donó su colección “antropológica” al Museo de La Plata.

¡Qué fácil resulta entonces, donar “altruistamente” lo que no le pertenecía! Ni la tierra, ni los restos de nuestros ancestros, taiñ kuifikecheyem, le pertenecían.

¡Qué fácil resulta destacar a una persona que dice ser amante de la naturaleza y no a los pueblos que desarrollaron estilos de vida respetuosos con su entorno!

A engaño y traición, decía ser amigo de Inakayal y su gente, pero mientras mapuche y gününa kuna lo recibían con cantos y regalos, saciaban su hambre y lo protegían del frío, Moreno no tuvo reparo en ser partícipe necesario para el despojo territorial, las marchas de la muerte y el paso por el campo de concentración de la isla Martin García. No fue amigo a la hora de inhabilitar y manifestarse frente a la mutilación de nuestra gente, no fue amigo para apresarlos en su siniestro Museo, explotarlos laboralmente, exhibirlos en vida, someterlos a despellejar a sus muertos recientes y exponerlos en vitrinas para el disfrute de curiosos. Bajo esta lógica wingka de amistad ¿sería entonces el albatros de la Prefectura, Javier Pinto, amigo de Rafael Nawel?

Lejos está Moreno de ser un prócer, más bien es una persona con un protagonismo fundamental y necesario en el proceso de exterminio de un pueblo, de formas de vida, de vínculos territoriales, de otras formas de desarrollo en el Nawel Wapi. Pero la sangre derramada hoy renace en nuestros pu pichikeche, porque frente al Remington y las matanzas, petu mongeleiñ dice nuestro pueblo, con nuestra palabra que ya no denuncia sino que reescriben una historia más justa.

A la gente presente no podemos dejar de interpelar, nos resulta paradójico que la institución que lo enarbola, Parques Nacionales, se muestre e impulse como protectora y conservacionista de la diversidad. La matriz humana que los precede como institución nada tiene que ver con la vida, ni con la diversidad, ni con este espacio territorial, la matriz fundacional de la institución es racista, espía, mentirosa, invasora, y recientemente, tal como quedó de manifiesto con su alianza con la oligarquía gobernante de los Bullrich, los Brown Menéndez, ¡asesina!

Exigimos cárcel a la memoria del wingka weñefe koilatufe Francisco Pascasio Moreno.

* Publicado originalmente en Espacio de Articulación Mapuche

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