Desde 2006, el colectivo de vecinos Barrios por la Justicia y la Memoria elabora y coloca baldosas que homenajean a los desaparecidos y/o asesinados por la última dictadura cívico militar. Los elegidos son lugares donde las víctimas vivieron o estudiaron. La premisa es clara: recordar para no repetir. Por Ernesto Facundo en Revista Nan
Un joven camina apurado por la avenida Las Heras. Pareciera que corre algún colectivo o que está llegando tarde a su trabajo. Es temprano y la vorágine del centro no ha llegado a Recoleta, que disfruta de una tranquilidad contrastante con lo que uno está acostumbrado a vivir en pleno Microcentro. El joven dobla por Pueyrredón y justo cuando esboza un trote que probablemente se convertirá en su sprint final, se detiene. Sus ojos miran fijamente al piso. Para no tropezar con una baldosa cuyo relieve pueda hacerlo caer, frena antes de siquiera empezar a intentarlo. La baldosa sobresale del resto; es de otro color y tiene un texto que la hace única: “Aquí vivieron Arcángel ‘Cacho’ Herrera e Hilda Marcía Paz. Militantes populares detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado. 29/04/1977”.
La negación es parte fundamental del terrorismo de Estado. La negación del otro como persona. A los miles de argentinos que sufrieron la violencia del aparato estatal les fueron negados sistemáticamente su condición humana, sus cuerpos, su identidad, su ideología. El colectivo Barrios por la Justicia y la Memoria trata de devolverles de a poco esa identidad desde 2006 instalando baldosas en los lugares donde vivieron o estudiaron los militantes que sufrieron la época más oscura de nuestro país.
“La idea era hacer algo diferente para el 24 de marzo de 2006 y se nos ocurrió estampar los nombres de los secuestrados o asesinados por el terrorismo de Estado, antes o durante la última dictadura militar, por toda la Ciudad de Buenos Aires”, cuentan los vecinos de Almagro que se encargan de realizar e instalar las baldosas. “De todas maneras, siempre tuvimos la idea de hacerlas, pero eso sucedió tiempo después”, agregan, ya que las baldosas requieren un tiempo de armado y un presupuesto para llevarlas a cabo.
A pesar de formar un colectivo que enlaza barrios y municipios de la provincia de Buenos Aires, en cada sitio actúa de manera independiente, realizando a su modo el procedimiento para la instalación de este piso artesanal. “Solemos hablar con las personas de los otros barrios, pero cada uno es independiente del otro y sólo realiza las actividades dentro de su lugar. Por ejemplo, si se nos acerca un vecino de Villa Crespo con el fin de poner una baldosa allá, lo derivamos a los compañeros que se encargan de esa comuna”, aclaran.
“Con el paso del tiempo pudimos mejorar la forma de hacerlas y optimizar el tiempo”, prosiguen desde el colectivo, que se junta todos los jueves en la Casona Cultural Humahuaca, en el barrio de Almagro. “Hay jueves que no tenemos mucho movimiento, pero intentamos reunirnos igual para estar acá, para que el que quiera pueda acercarse y para charlar entre nosotros.”
Este “Nunca más” artístico también abarca a distintas instituciones de la Ciudad de Buenos Aires. Las baldosas se pueden encontrar en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en el Carlos Pellegrini, en el Hospital Italiano y hasta en la sucursal de la Anses que se encuentra en Retiro. Lo importante es destacar lo que siempre estuvo oculto: los desparecidos siempre estuvieron entre nosotros y vivieron por donde caminamos.
“Colocamos las primeras baldosas en los lugares que nos parecían más visibles y pronto nos dimos cuenta de que eran los más transitados, por lo tanto, donde más rápido se deterioraban. Con el tiempo aprendimos a elegir el sitio donde ponerlas y mejoramos la calidad de los materiales”, continúan desde la agrupación, que realiza las baldosas en la puerta de la casona cultural que actúa como lugar de encuentro semanal. Añaden: “Algunos vecinos se acercan y preguntan sobre nuestra labor cuando nos ven trabajando en la vereda”.
Lejos de situarse en el “viven del pasado” muchas veces esbozado por aquellos que ven innecesario repensarlo o en el “algo habrán hecho”, ellos socializan el recuerdo mediante actos creativos y fácticos. Friedrich Nietzsche decía que “sólo aquél que construye el futuro es capaz de juzgar el pasado” y no parece que haya respuesta más nítida para contrarrestar las zonceras. Cada baldosa le da una identidad material a una historia. La premisa es clara: recordar para no repetir.
El grupo no sólo tuvo que lidiar con la indiferencia de muchas personas que se escudaron en el “vaya a saber quién era”, también ha tenido que escuchar provocaciones como “¿van a poner baldosas para los dos bandos?”. Incluso, algunas de las baldosas fueron ultrajadas. “En el anonimato de la noche, un vándalo o varios arrojaron pintura sobre una baldosa. La repusimos un mes después con un acto de desagravio al que llamamos ‘La mato y aparece una mayor’”, relatan. Desde aquel episodio todas las baldosas son encuadradas con vidrios de colores alrededor para resaltar los nombres, en contraste con la actividad oscura y sombría ejecutada por el terrorismo de Estado.
“Muchas veces nos damos cuenta de que los propios vecinos se encargan de cuidar, limpiar y hasta encerar las baldosas”, enfatizan con un sesgo de alegría que parece ser la satisfacción más grande que alguien pudiera tener. Además, “siempre que se levantó una baldosa para cambiar un caño o rehacer la vereda, alguien se encargó de avisarnos y luego fue vuelta a poner por los propios vecinos”, prosiguen enumerando logros.
Lo más difícil es labrar cada una de las historias de las que sólo, a veces, se tiene un nombre. “Es un trabajo detectivesco. Al principio investigábamos desde cero en los archivos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y con la lista del Grupo Fahrenheit. Lo que sucede es que en Almagro las familias no habitan mucho tiempo en una misma casa como ocurre, por ejemplo, en Liniers. Eso hace aún más arduo el trabajo de reconstrucción de identidad de cada víctima”, esclarecen, dando por sentado que las experiencias pueden transferirse pero no copiarse; cada lugar presenta su propia dinámica que hay que saber entender y explotar.
Las secuelas posiblemente sean complicadas de curar. Tampoco se quiere eso. La idea fundamental es la reconstrucción y reparación de la vida de la persona desaparecida y su reincorporación como sujeto en la historia social y familiar; los tipos y las tipas están, estuvieron y estarán. “Los compañeros tenían distintas motivaciones para su militancia política y social, nosotros también las tenemos, pero a todos los impulsaba un mismo sueño: una sociedad mejor, con una distribución más igualitaria y una educación que alcance a todos. Poseían un conjunto de ideas que movilizaban, en gran medida, a la sociedad”, acentúan.
A mediados de 2013 se estrenó el documental Calles de la memoria, dirigido por Carmen Guarini. El film fue declarado por la Legislatura porteña como de “Interés en el ámbito de los Derechos Humanos” y ayudó a visibilizar la tarea realizada por el colectivo. Además, el Instituto Espacio para la Memoria lleva editados varios libros en los que se narran las actividades que realizan las agrupaciones dentro de la comuna. También en esos libros se puede encontrar una lista de las baldosas desparramadas por Buenos Aires. “A pesar de la ayuda que recibimos con la película y los libros para mostrar lo que hacemos, todavía no conseguimos publicar la página de Internet para socializar aun más la experiencia. Para llevarla a cabo, todavía necesitamos la ayuda de jóvenes informatizados”, llaman.
“La memoria estalla hasta vencer a los pueblos que la aplastan y que no la dejan ser libre como el viento”, canta León Gieco cada vez que recuerda la última dictadura militar. Las baldosas están ahí, incrustadas en la vida social, en la calle por la que todos los días pasamos, esperando que nos apropiemos de ellas, que dejen de ser algo estático para convertirse en movimiento. La memoria es construcción. Por eso, fijate bien dónde pisas: puede que estés pisando una historia.
* El colectivo Barrios por la Justicia y la Memoria de Almagro se reúne todos los jueves a las 19 en la Casona Cultural Humahuaca, Humahuaca 3508, Ciudad de Buenos Aires.