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De la etapa de los Derechos Humanos a la etapa de la Seguridad Ciudadana


Los candidatos presidenciales se pasean por los medios de comunicación amigos alimentando el discurso de la mano dura: todos los problemas se reducen a más control y autoridad. Sin embargo, las fuerzas que se señalan como salvadoras, como poder paralelo, heredaron las funciones represivas del aparato dictatorial. Espionaje interno y política imperial, una nueva instancia del colonialismo. Por Lucas Paulinovich
“Hay que ce­rrar la etapa de los de­re­chos hu­ma­nos”, de­cla­ró Ser­gio Massa, uno de los pos­tu­lan­tes es­tre­lla de las gran­des cor­po­ra­cio­nes me­diá­ti­cas y de los sec­to­res de de­re­cha que se opu­sie­ron desde el pri­mer mi­nu­to a los jui­cios por de­li­tos de lesa hu­ma­ni­dad de la úl­ti­ma dic­ta­du­ra. La sen­ten­cia llega justo cuan­do se de­ba­te la crea­ción de una co­mi­sión par­la­men­ta­ria para la in­ves­ti­ga­ción de la com­pli­ci­dad de los ac­to­res ci­vi­les y el tra­ta­mien­to de sus casos en la jus­ti­cia. La ma­yo­ría de los gru­pos eco­nó­mi­cos que están in­vo­lu­cra­dos en esa trama ma­ca­bra que des­ar­ti­cu­ló al es­ta­do e im­pu­so una es­truc­tu­ra eco­nó­mi­ca pri­va­ti­za­da y trans­na­cio­nal a fuer­za de una gran ma­tan­za, res­pal­dan su can­di­da­tu­ra. Los otros, co­que­tean con Mau­ri­cio Macri, que habló de los de­re­chos hu­ma­nos como un “curro”. La im­pu­ni­dad debe ser ase­gu­ra­da, y los re­pre­sen­tan­tes po­lí­ti­cos co­rren a ali­near­se en esas ne­ce­si­da­des.
A fines de marzo de 2014, Massa reali­zó una gira por los Es­ta­dos Uni­dos: se reunió con la se­cre­ta­ria de Es­ta­do Ad­jun­ta para Asun­tos del He­mis­fe­rio Oc­ci­den­tal, Ro­ber­ta Ja­cob­son, con quien dia­lo­gó sobre el avan­ce del nar­co­trá­fi­co en la Ar­gen­ti­na. Tam­bién asis­tió a una cena aus­pi­cia­da por la Cá­ma­ra de Co­mer­cio de los Es­ta­dos Uni­dos, en la que es­tu­vo pre­sen­te la ex­se­cre­ta­ria de Es­ta­do, Ma­de­lei­ne Al­bright.
No es ca­sual: los agen­tes del De­par­ta­men­to de Es­ta­do, del FBI y de la DEA son los en­car­ga­dos de la for­ma­ción de los fun­cio­na­rios y ofi­cia­les de dis­tin­tas pro­vin­cias para el com­ba­te al nar­co­trá­fi­co, un mo­de­lo de gue­rra im­por­ta­do que se apli­ca ri­gu­ro­sa­men­te sobre las bases de la Doc­tri­na de Se­gu­ri­dad Ciu­da­da­na, una etapa su­pe­rior del im­pe­ria­lis­mo, como la de­no­mi­na el pe­rio­dis­ta Car­los Del Frade.
Esa gue­rra ne­ce­si­ta de es­tra­te­gias de­fi­ni­das y de ac­to­res pre­pa­ra­dos para lle­var­la a cabo. Massa cuen­ta en su equi­po con un ase­sor es­tre­lla: San­tia­go Can­tón, di­rec­tor del cen­tro Ro­bert F. Ken­nedy por los De­re­chos Hu­ma­nos.
En no­viem­bre de 2013, Can­tón reali­zó una pre­sen­ta­ción ante la Co­mi­sión In­ter­ame­ri­ca­na de De­re­chos Hu­ma­nos (Cidh) donde habló acer­ca del desa­rro­llo de dro­nes en La­ti­noa­mé­ri­ca. “Ex­pu­so va­rios pro­ble­mas: la pe­li­gro­si­dad de la uti­li­za­ción de dro­nes en paí­ses con es­ca­so con­trol civil de las fuer­zas ar­ma­das y donde los mi­nis­te­rios de de­fen­sa son agen­cias pre­ca­rias, el lugar cen­tral de la in­te­li­gen­cia mi­li­tar para se­lec­cio­nar los ob­je­ti­vos de los dro­nes (lo cual em­po­de­ra a las fuer­zas ar­ma­das), el pe­li­gro de que sec­to­res aje­nos al Es­ta­do uti­li­cen este tipo de armas, la falta de re­gu­la­cio­nes na­cio­na­les e in­ter­na­cio­na­les para el co­mer­cio de dro­nes”, dice Heber Os­tro­viesky en re­vis­ta Cri­sis (http://​www.​revistacrisis.​com.​ar/​game-of-drones-hacia-la-guerra.​html).
Bra­sil es el país que más nú­me­ros de dro­nes tiene, tanto de pro­duc­ción na­cio­nal como ex­tran­je­ra. Bo­li­via tam­bién com­pró sus equi­pos, al igual que Co­lom­bia, que reali­zó ope­ra­cio­nes con­jun­tas con los Es­ta­dos Uni­dos en con­tra de las FARC. Chile se sumó a la lista ad­qui­rien­do sus vehícu­los de con­trol a dis­tan­cia a Is­rael y en Mé­xi­co fue­ron em­plea­dos para lle­var ade­lan­te ope­ra­cio­nes en con­jun­to con los Es­ta­dos Uni­dos en el marco de la “gue­rra al narco”.
Un mo­de­lo que pa­re­ce ganar te­rreno en la Ar­gen­ti­na, como si no bas­ta­ran los sal­dos ne­ga­ti­vos de­ja­dos por el Plan Co­lom­bia, el Plan Mé­ri­da y las ex­pe­rien­cias bra­si­le­ñas. Un for­ma­to de gue­rra traí­do desde los Es­ta­dos Uni­dos para la se­lec­ción cui­da­do­sa de los enemi­gos in­ter­nos y su pau­la­tino ex­ter­mi­nio, todo con la cu­bier­ta ar­gu­men­tal del com­ba­te al nar­co­trá­fi­co, en el que las mis­mas fuer­zas que se dis­po­nen para com­ba­tir se ven se­ria­men­te im­pli­ca­das.
Can­tón ade­más se­ña­ló que exis­ten em­pre­sas pú­bli­cas y pri­va­das que pro­du­cen dro­nes en Amé­ri­ca La­ti­na y que no hay nin­gu­na re­gu­la­ción que per­mi­ta con­tro­lar y dis­mi­nuir su uso en el marco de los de­re­chos hu­ma­nos.
En la Ar­gen­ti­na se desa­rro­llan estos pro­to­ti­pos desde el 2011 por medio de un Con­sor­cio Na­cio­nal de Fa­bri­ca­ción de Auv – Sara (Ser­vi­cio Aéreo Ro­bó­ti­co Ar­gen­tino) que com­bi­na em­pre­sas pri­va­das, es­ta­ta­les y uni­ver­si­da­des, coor­di­na­do por el Mi­nis­te­rio de De­fen­sa, que cuen­ta con una fla­man­te casa de es­tu­dios, y el Mi­nis­te­rio de Se­gu­ri­dad y el Es­ta­do Mayor Con­jun­to de las Fuer­zas Ar­ma­das. El pre­su­pues­to 2014 le asig­na­ba una par­ti­da de 208 mi­llo­nes de pesos, pero la ley ter­mi­nó ex­clu­yén­do­lo.
La falta de datos im­pi­dió res­pon­der al­gu­nos in­te­rro­gan­tes: ¿por qué no se prohí­ben el uso de dro­nes ar­ma­dos? ¿qué es y cómo fun­cio­na un drone? Pre­gun­tas para las que bas­ta­ría re­pa­sar los usos dados por las Fuer­zas Ar­ma­das es­ta­dou­ni­den­ses para ser con­tes­ta­dos: “las ci­fras son di­fí­ci­les de es­ta­ble­cer pero, para ese país, las es­ti­ma­cio­nes va­rían entre 2640 y 3474 ase­si­na­tos entre 2004 y 2012. Es­ta­dos Uni­dos forma hoy más ope­ra­do­res de dro­nes que pi­lo­tos de avio­nes de com­ba­te y bom­bar­de­ros jun­tos. Mien­tras el pre­su­pues­to de de­fen­sa bajó en 2013, los re­cur­sos otor­ga­dos a los sis­te­mas de armas no tri­pu­la­das au­men­ta­ron el 30 por cien­to”, cuen­ta Os­tro­viesky.

Gue­rra in­ter­na: la ma­triz del im­pe­rio

Se trata de la nueva mo­da­li­dad de gue­rra que los Es­ta­dos Uni­dos lan­za­ron a par­tir de los aten­ta­dos del 11 de sep­tiem­bre de 2001. Una gue­rra sin pe­li­gros, para matar sin co­rrer ries­gos. “La gue­rra en Af­ga­nis­tán nos en­se­ñó más sobre el fu­tu­ro de nues­tras fuer­zas que una dé­ca­da de co­lo­quios y think tanks jun­tos (…) to­da­vía no te­ne­mos su­fi­cien­tes vehícu­los sin pi­lo­to”, de­cla­ró el en­ton­ces pre­si­den­te Geor­ge Bush solo unas se­ma­nas des­pués de los ata­ques. Esa es­tra­te­gia fue pro­fun­di­za­da por la ges­tión Obama, que hizo un culto del re­cur­so de matar para evi­tar acu­mu­lar pri­sio­ne­ros.
El ne­go­cio de los dro­nes ci­vi­les y mi­li­ta­res mueve al­re­de­dor de 89 mil mi­llo­nes de dó­la­res, según la con­sul­to­ra Teal Group. Es­ta­dos Uni­dos cuen­ta con 60 bases de dro­nes ar­ma­dos en todo el mundo. Esas son las ten­den­cias bé­li­cas que viene a re­em­pla­zar las gran­des in­va­sio­nes: “un pro­gra­ma or­ga­ni­za­do en base a seis pun­tos cla­ves: ope­ra­cio­nes es­pe­cia­les, dro­nes, es­pio­na­je, re­la­cio­nes con agen­cias ci­vi­les, ci­ber­gue­rra y ejér­ci­tos ter­ce­ri­za­dos. Para re­for­zar esta es­tra­te­gia, se des­ti­nan más re­cur­sos fi­nan­cie­ros a la mi­li­ta­ri­za­ción del es­pio­na­je y a los ser­vi­cios de in­te­li­gen­cia, a la uti­li­za­ción cada vez más fre­cuen­te de dro­nes, y se pro­mue­ve una co­la­bo­ra­ción más es­tre­cha entre el Pen­tá­gono y las di­fe­ren­tes agen­cias gu­ber­na­men­ta­les”, de­ta­lla la nota de Os­tro­viesky.
Los po­lí­ti­cos ar­gen­ti­nos que pre­ten­den al­can­zar el poder del es­ta­do tie­nen en claro los li­nea­mien­tos a se­guir en re­la­ción a las po­lí­ti­cas de se­gu­ri­dad, un pro­ce­so que ya co­men­zó a po­ner­se en mar­cha y tiene en Tigre uno de los cam­pos de ex­pe­ri­men­ta­ción pre­fe­ren­cia­les: el mu­ni­ci­pio im­por­tó cua­dri­cóp­te­ros para el mo­ni­to­reo y la gra­ba­ción de ac­cio­nes de­lic­ti­vas. “Re­sul­ta lla­ma­ti­vo que los di­fe­ren­tes modos de fun­cio­na­mien­to de los dro­nes, sus vir­tu­des para la ‘lucha con­tra la in­se­gu­ri­dad’ y las ra­zo­nes por las cua­les sería o no sería con­ve­nien­te prohi­bir­los, por lo menos en sus usos mi­li­ta­res y po­li­cia­les, no hayan sido pre­sen­ta­dos con mayor ri­gu­ro­si­dad por el pro­pio Can­tón quien, a fines de sep­tiem­bre de 2013, había sido pre­sen­ta­do en Tigre como el ase­sor es­tre­lla de Ser­gio Massa en ma­te­ria de de­re­chos hu­ma­nos. Las dis­cu­sio­nes en torno a la in­cor­po­ra­ción de nue­vas tec­no­lo­gías para lu­char con­tra el de­li­to y pro­te­ger las fron­te­ras, son al­gu­nas de las ob­se­sio­nes del ex in­ten­den­te de Tigre, el pri­mer mu­ni­ci­pio ar­gen­tino que uti­li­zó dro­nes para ‘com­ba­tir la in­se­gu­ri­dad’”, agre­ga el pe­rio­dis­ta. En todos los dis­tri­tos donde se pa­de­ce el “fla­ge­lo de la in­se­gu­ri­dad” se si­guie­ron esas mis­mas con­sig­nas po­lí­ti­cas: au­men­to de agen­tes en las ca­lles e ins­ta­la­ción de cá­ma­ras de se­gu­ri­dad y otros ar­te­fac­tos para el con­trol del de­li­to.

El ce­re­bro del Ejér­ci­to

Al mando del Ejér­ci­to se en­cuen­tra Cesar Mi­la­ni, un mi­li­tar es­pe­cia­li­za­do en in­te­li­gen­cia que pres­tó ser­vi­cios du­ran­te la dic­ta­du­ra en el Ba­ta­llón de Cons­truc­cio­nes de In­ge­nie­ros 141, uno de los cen­tros clan­des­ti­nos desde donde se di­gi­ta­ba el te­rro­ris­mo de es­ta­do. En ese lugar de­bían pre­sen­tar­se la in­for­ma­ción que so­li­ci­ta­ban los avi­sos que emi­tía el Ejér­ci­to pi­dien­do a la po­bla­ción que de­nun­cia­ra a los sub­ver­si­vos.
Tam­bién par­ti­ci­pa­ba del tras­la­do de de­te­ni­dos que ha­bían sido tor­tu­ra­dos, en lo que el pro­pio Mi­la­ni de­fi­nió como una “fun­ción ad­mi­nis­tra­ti­va”, reoxi­ge­nan­do la teo­ría de base de la Obe­dien­cia De­bi­da. En ese con­tex­to des­a­pa­re­ció el sol­da­do Aga­pi­to Ledo, que había sido su asis­ten­te y que viajó a Tu­cu­mán, donde fue des­a­pa­re­ci­do.
En el libro “Nunca Más”, re­dac­ta­do por la Co­mi­sión Na­cio­nal sobre la Desa­pa­ri­ción de Per­so­nas (Co­na­dep), Ramón Al­fre­do Oli­ve­ra se­ña­la a Mi­la­ni como uno de los mi­li­ta­res que alla­nó su do­mi­ci­lio y de­tu­vo a su padre. El mismo Oli­ve­ra fue de­te­ni­do y Mi­la­ni se en­car­gó de tras­la­dar­lo al juz­ga­do fe­de­ral: cuen­ta que lo ame­na­zó en el viaje y du­ran­te el in­te­rro­ga­to­rio, le decía que per­te­ne­cía al Ejér­ci­to Re­vo­lu­cio­na­rio del Pue­blo (ERP) y que le ha­bían trun­ca­do la ca­rre­ra. Oli­ve­ra debió fir­mar la con­fe­sión de de­li­tos que no co­me­tió y lo con­de­na­ron a cua­tro años y medio de pri­sión. En 1981 re­cu­pe­ró la li­ber­tad y en 1984 contó lo que había pa­sa­do.
Plu­tar­co Sha­ller es otro de los que fue se­cues­tra­do y tor­tu­ra­do hasta en­viar­lo al hos­pi­tal. Mien­tras per­ma­ne­cía in­ter­na­do, un grupo de mi­li­ta­res reali­zó un si­mu­la­cro de dis­pa­ros, como si al­guien ata­ca­ra el lugar, y luego in­gre­só Mi­la­ni y com­pro­bó que el de­te­ni­do to­da­vía per­ma­ne­cía en el lugar. Que­rían si­mu­lar que al­guien in­ten­ta­ba res­ca­tar­lo. El in­di­ca­do era su hijo, Oscar, de 18 años, que luego fue se­cues­tra­do.

Aten­ción, es­ta­mos es­pian­do…

La es­truc­tu­ra de in­te­li­gen­cia del Ejér­ci­to cuen­ta con 1.200 efec­ti­vos dis­tri­bui­dos en 36 uni­da­des en todo el país. Una de las pri­me­ras me­di­das to­ma­das por el nuevo jefe del Ejér­ci­to fue la inau­gu­ra­ción de dos nue­vas sec­cio­nes de In­te­li­gen­cia, en Tar­ta­gal y en Es­quel. De esa forma, su in­fluen­cia de ex­pan­de por San Juan, Men­do­za, Neu­quén, Río Negro, Chu­but, Santa Cruz, Jujuy, Salta, La Rioja, Co­rrien­tes, Mi­sio­nes, Chaco, For­mo­sa, Cór­do­ba, Santa Fe, La Pampa y Bue­nos Aires. Todo el te­rri­to­rio na­cio­nal se­gui­do de cerca.
Para el 2014 la car­te­ra tuvo una par­ti­da des­ti­na­da a la in­te­li­gen­cia de más de 431 mi­llo­nes de pesos, 98 mi­llo­nes más que los asig­na­dos el año an­te­rior y apro­xi­ma­da­men­te el 75 % de lo que re­ci­bió el Mi­nis­te­rio de De­fen­sa para las mis­mas ta­reas. Para el 2015, el pre­su­pues­to in­cre­men­ta el por­cen­ta­je en un 31,8 %, des­ti­nan­do 568,5 mi­llo­nes para el área de in­te­li­gen­cia, bas­tan­te más que el 22 % pro­me­dio que se le apli­ca a las demás áreas de in­te­li­gen­cia del Es­ta­do.
La ten­sión con la SIDE, el viejo de­par­ta­men­to de in­te­li­gen­cia que re­ci­bi­rá una suba del 16 %, fue in­me­dia­to: las fun­cio­nes de con­trol y se­gui­mien­to de las ac­cio­nes de los ac­to­res so­cia­les pasó a co­rres­pon­der a otro orden. “Hay sacar a la in­te­li­gen­cia mi­li­tar de un es­ta­do de ador­me­ci­mien­to y pres­cin­den­cia, para darle el rol ac­ti­vo y pro­ta­gó­ni­co que desem­pe­ña ac­tual­men­te”, aren­gó Mi­la­ni a sus tro­pas en Campo de Mayo du­ran­te no­viem­bre de 2013. Nue­vas prio­ri­da­des, nue­vos fun­cio­na­rios, nue­vas de­par­ti­cio­nes, parte de un reaco­mo­da­mien­to es­tra­té­gi­co de la Ar­gen­ti­na.
Un pro­ce­so fun­da­men­ta­do en una nueva ló­gi­ca de de­fen­sa so­cial que toma como he­rra­mien­ta prin­ci­pal las me­di­das de se­gu­ri­dad di­ri­gi­das a pro­te­ger a la so­cie­dad de los pe­li­gros po­ten­cia­les que la ame­na­zan. El enemi­go está aden­tro y si se toma como re­fe­ren­cia los pri­me­ros efec­tos del fun­cio­na­mien­to de esta dis­ci­pli­na, tie­nen unas ca­rac­te­rís­ti­cas bien de­fi­ni­da: los que mue­ren y van pre­sos son fun­da­men­tal­men­te jó­ve­nes y po­bres.
“La in­te­li­gen­cia mi­li­tar tiene un rol pro­ta­gó­ni­co de apoyo a las fuer­zas de tarea y equi­pos de com­ba­te des­ple­ga­dos en el te­rreno, pro­por­cio­nán­do­les la in­for­ma­ción ne­ce­sa­ria para que pue­dan pla­ni­fi­car y eje­cu­tar efi­caz­men­te sus pa­tru­llas”, dijo el jefe del Ejér­ci­to aquel día. El baño de san­gre que inun­da Ro­sa­rio, a pesar del des­em­bar­co de gen­dar­mes y pre­fec­tos en los ba­rrios a prin­ci­pios de año, es el ejem­plo fiel de esas con­se­cuen­cias (http://​www.​alrededoresweb.​com.​ar/​2014/​06/​las-victimas-de-la-guerra-al-narco.​html).

Las fuer­zas pro­duc­ti­vas

El caso de los pe­tro­le­ros de Las Heras sien­ta un pre­ce­den­te: el Pro­yec­to X, un an­da­mia­je es­ta­tal para el es­pio­na­je de mi­li­tan­tes y ac­ti­vis­tas, pues­to al ser­vi­cio de la fa­bri­ca­ción de cau­sas para in­cul­par y en­car­ce­lar a quie­nes se re­be­lan. Esa ma­triz de vi­gi­lan­cia se re­pli­ca en di­ver­sos ór­de­nes, siem­pre atan­do un víncu­lo entre cier­tas capas del es­ta­do, las fuer­zas po­li­cia­les e in­tere­ses pri­va­dos.
No son pocas las em­pre­sas que uti­li­zan ser­vi­cios de se­gu­ri­dad pri­va­da y es­pio­na­je para el se­gui­mien­to de las ac­ti­vi­da­des de sus em­plea­dos. La re­cien­te ad­qui­si­ción del ejér­ci­to mer­ce­na­rio Bla­ck­wa­ter por parte de Mon­san­to sin­te­ti­za un pro­ce­so de en­du­re­ci­mien­to del con­trol y la as­fi­xia de aque­llos que re­cla­man y se mo­vi­li­zan, ines­cin­di­ble de las pro­pues­tas para cri­mi­na­li­zar la pro­tes­ta so­cial y para prohi­bir la rea­li­za­ción de pi­que­tes. Un pacto so­cial lo­gra­do con palos y balas.
“La ma­yo­ría de las gran­des em­pre­sas po­seen áreas in­ter­nas de­di­ca­das full time a la se­gu­ri­dad. Sus in­te­gran­tes sue­len ser ex miem­bros de cuer­pos po­li­cia­les, pero úl­ti­ma­men­te han ido ga­nan­do te­rreno los ofi­cia­les re­ti­ra­dos pro­ve­nien­tes de las Fuer­zas Ar­ma­das. El ob­je­ti­vo es ob­te­ner in­for­ma­ción pri­vi­le­gia­da, buena parte de claro corte ile­gal, para pro­te­ger los ac­ti­vos o de­tec­tar opor­tu­ni­da­des de ne­go­cios. El ac­tual se­cu­rity ad­vi­sor de Che­vron es un ex co­man­dan­te de la Ar­ma­da. Un ofi­cial de In­te­li­gen­cia re­ti­ra­do del Ejér­ci­to fi­gu­ra a cargo de la Se­gu­ri­dad Pa­tri­mo­nial de Axion Energy. El su­per­in­ten­den­te se­cu­rity de la Ba­rri­ck Gold fue ca­pi­tán de la misma Fuer­za. Otro ex ca­pi­tán del Ejér­ci­to apa­re­ce como se­cu­rity ma­na­ger en Syn­gen­ta Agro S.A. Y el ge­ren­te de Se­gu­ri­dad de la Di­vi­sión Sur de Arcos Do­ra­dos, más co­no­ci­do como Mc­Do­nald’s, tam­bién pro­vie­ne de la ofi­cia­li­dad cas­tren­se”, con­ta­ba la re­vis­ta Cri­sis en junio de 2014.
Ante se­me­jan­te ma­qui­na­ria de con­trol y ase­cho pasan inad­ver­ti­dos los casos de ac­ci­den­tes la­bo­ra­les por ne­gli­gen­cias em­pre­sa­ria­les, el desam­pa­ro de los obre­ros e, in­clu­so, los casos de desa­pa­ri­ción de tra­ba­ja­do­res donde se une la com­pli­ci­dad ins­ti­tu­cio­nal con la ar­bi­tra­rie­dad de las em­pre­sas que man­dan matar.

De mi­li­co a mi­li­co

¿Qué res­pon­sa­bi­li­dad le cabe a un pibe que nace pobre? Lo for­tui­to de la mi­se­ria no puede serle impu­tado, pero no lo salva de la inocen­cia. La con­de­na so­cial lo dicta de an­te­mano: nace pobre, no inocen­te. Así lo re­gis­tran las con­ti­nui­da­des de la muer­te: de las más de 230 muer­tes acu­mu­la­das en Ro­sa­rio du­ran­te el 2014, la ma­yo­ría se lle­va­ron vidas jó­ve­nes y po­bres. Esa cons­tan­te es el equi­va­len­te ma­te­rial (y trá­gi­co) del ima­gi­na­rio que sos­tie­ne la idea del “ajus­te de cuen­tas”.
El es­ta­do se de­sen­tien­de de un sec­tor de la po­bla­ción, al que luego vuel­ve, con­ver­ti­do en tropa de ca­ce­ría. La au­to­no­mía ga­na­da por la po­li­cía le per­mi­tió salir in­dem­ne de las re­for­mas rea­li­za­das en el pe­rio­do de­mo­crá­ti­co y con­ser­var la es­truc­tu­ra legal de las dic­ta­du­ras. El poder po­lí­ti­co que avaló ese cre­ci­mien­to de un poder pa­ra­le­lo, hoy no se de­ba­te como con­te­ner esa banda cada vez más des­con­tro­la­da, sino que actúa con­ce­dién­do­le ma­yo­res atri­bu­cio­nes.
La ma­yo­ría de los pre­sos con­de­na­dos en la Ar­gen­ti­na tu­vie­ron su in­fan­cia en ho­ga­res vio­len­tos, se fue­ron de sus casas antes de los 15 años, son pa­dres y tu­vie­ron tra­ba­jos de baja ca­li­fi­ca­ción, según un es­tu­dio del Cen­tro de Es­tu­dios La­ti­noa­me­ri­ca­nos sobre In­se­gu­ri­dad y Vio­len­cia (Celiv) de la Uni­ver­si­dad de Tres de Fe­bre­ro. Tres cuar­tos de ellos cre­ció en en­tor­nos de­lic­ti­vos y la ma­yo­ría tiene fa­mi­lia­res, ami­gos o alle­ga­dos que in­cu­rrie­ron en la ac­ti­vi­dad de­lic­ti­va media o alta.
Las cár­ce­les ar­gen­ti­nas son cam­pos de con­cen­tra­ción clan­des­ti­nos donde fun­cio­nan las mis­mas téc­ni­cas de tor­tu­ras y ha­ci­na­mien­to que con­mo­vie­ron a la opi­nión pú­bli­ca con la di­fu­sión de los mé­to­dos im­ple­men­ta­dos en Guan­tá­na­mo. Toda la hos­ti­li­dad des­car­ga­da sobre los cuer­pos, de los que se exige la acep­ta­ción mansa y la re­sig­na­ción. Cual­quier res­pues­ta que no sea la subor­di­na­ción en ta­reas en con­di­cio­nes de­gra­dan­tes, es vista como el ger­men del de­li­to.
La Pro­cu­ra­ción Pe­ni­ten­cia­ria en aso­cia­ción con la Asam­blea Per­ma­nen­te por los De­re­chos Hu­ma­nos rea­li­za­ron ante el ple­na­rio de la 25° se­sión del Con­se­jo de los De­re­chos Hu­ma­nos de Na­cio­nes Uni­das en Gi­ne­bra, el 11 de marzo, una ex­po­si­ción oral sobre la si­tua­ción de tor­tu­ra en las cár­ce­les fe­de­ra­les. Ahí que­da­ron ex­pues­tos datos sobre la prác­ti­ca sis­te­má­ti­ca de la tor­tu­ra como he­rra­mien­ta de ges­tión car­ce­la­ria y la falta de im­ple­men­ta­ción del Me­ca­nis­mo Na­cio­nal de Pre­ven­ción de la Tor­tu­ra. Tam­bién se in­for­mó sobre el re­tra­so del es­ta­do en re­mi­tir el in­for­me pe­rió­di­co que debía pre­sen­tar­se al co­mi­té hace seis años.
Hasta el 1 de mayo, la Pro­cu­ra­ción Pe­ni­ten­cia­ria re­gis­tra­ba 216 casos de tor­tu­ras y malos tra­tos en las cár­ce­les fe­de­ra­les en 2014. El año an­te­rior, el nú­me­ro re­le­va­do al­can­zó los 724 casos. A esos se suman las muer­tes y sui­ci­dios du­do­sos que ocu­rren co­ti­dia­na­men­te. La Asam­blea Per­ma­nen­te por los De­re­chos Hu­ma­nos re­pu­dió re­cien­te­men­te a tra­vés de un co­mu­ni­ca­do las prác­ti­cas lle­vas a cabo por la Se­cre­ta­ría Na­cio­nal de Niñez, Ado­les­cen­cia y Fa­mi­lia de­pen­dien­te del Mi­nis­te­rio de Desa­rro­llo So­cial de la Na­ción que pro­du­je­ron la muer­te de un joven de 17 años so­me­ti­do a un ré­gi­men de ais­la­mien­to en el sub­sue­lo del Ins­ti­tu­to Ce­rra­do Luis Agote, en la Ciu­dad Au­tó­no­ma de Bue­nos Aires. El joven fa­lle­ció a causa de un in­cen­dio, su­frien­do que­ma­du­ras en el 80% de su cuer­po. Una se­ma­na antes, la Sala II de la Cá­ma­ra Fe­de­ral de Ca­sa­ción re­vo­có una de­ci­sión pre­via e im­pi­dió que la Pro­cu­ra­ción Pe­ni­ten­cia­ria Na­cio­nal in­gre­sa­ra a los ins­ti­tu­tos de me­no­res para rea­li­zar mo­ni­to­reos pre­ven­ti­vos.
Sin em­bar­go, esas atro­ci­da­des no lo­gran emo­cio­nar a la opi­nión pú­bli­ca por­que no con­si­guen fil­trar­se entre las no­ti­cias y lu­ga­res co­mu­nes que con­fi­gu­ran el ima­gi­na­rio so­cial que pide más mano dura como res­pues­ta a todos los males y se alar­ma con los “sub­si­dios” a los pre­sos.
Según el de­fen­sor ge­ne­ral, Ga­briel Ganón, ocu­rrie­ron en 2014 once casos de víc­ti­mas de balas po­li­cia­les que pue­den en­mar­car­se en casos de “ga­ti­llo fácil”. “La Po­li­cía de Santa Fe está in­vo­lu­cra­da en la co­mi­sión de de­li­tos, en la tor­tu­ra y en las eje­cu­cio­nes su­ma­rias –dijo-. Se puede ver cla­ra­men­te en el in­for­me que hay una ca­rac­te­rís­ti­ca que ya ha sido de­nun­cia­da en la ciu­dad de La Plata por el en­ton­ces De­fen­sor ju­ve­nil Ju­lián Axat que re­ve­ló una mo­da­li­dad usada por la Po­li­cía de Bue­nos Aires que apa­ren­te­men­te ha­bría sido co­pia­da por la Po­li­cía de Santa Fe. Se trata de efec­ti­vos fuera de ser­vi­cio que si­mu­lan el in­ten­to de robo de su ci­clo­mo­tor, du­ran­te el cual eje­cu­tan a una per­so­na que tenía al­gu­nos an­te­ce­den­tes pe­na­les. En el caso de Santa Fe hay cua­tro casos que reúnen las mis­mas ca­rac­te­rís­ti­cas de la de­nun­cia de Axat”.
De esa forma, fun­cio­na el me­ca­nis­mo so­cial que pone el eje en las ac­cio­nes de se­gu­ri­dad para per­se­guir a los enemi­gos in­ter­nos que ame­na­zan la paz y el orden. Una gue­rra que se da al pa­ra­le­lo de los re­cin­tos ju­di­cia­les: la fun­ción de los mi­li­cos sigue sien­do la per­se­cu­ción de las ame­na­zas. Cam­bian los nom­bres y las pre­sen­ta­cio­nes, pero la di­ná­mi­ca sigue sien­do la misma: hos­ti­gar desde el es­ta­do para con­tro­lar el orden.
La vida de los po­bres no tiene idén­ti­co valor a las otras vidas, es por eso que re­sul­ta más sen­ci­llo la apli­ca­ción de esa me­cá­ni­ca de la muer­te, que fun­cio­na flui­da­men­te res­guar­da­da al am­pa­ro de la jus­ti­cia, que acom­pa­ña uti­li­zan­do las mis­mas asi­me­trías a la hora del en­jui­cia­mien­to. Una me­to­do­lo­gía que des­cien­de desde las ofi­ci­nas nor­te­ame­ri­ca­nas para la ges­tión del con­ti­nen­te y tiene sus ob­je­ti­vos de­fi­ni­dos y sus téc­ni­cas con­so­li­da­das: un an­da­mia­je dis­pues­to para la “lim­pie­za so­cial”.

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