top of page

La moral transgénica


El 9 de abril, se publicó en el Boletín Oficial la aprobación de una nueva soja transgénica, de la multinacional Dow, que generalizará el uso del agrotóxico 2-4D, glufosinato de amonio y glifosato, un plaguicida mucho más peligroso para el ecosistema que las versiones anteriores.

El nombre comercial que identificará esta nueva creación transgénica es Enlist. La resolución que la aprueba es la 98/2015 del Ministerio de Agricultura. Es la nueva soja transgénica, resistente a tres agroquímicos. Es un caso testigo para reflexionar: Gobierno, oposición y medios “hegemónicos” están a favor de esta semilla y de los venenos que combaten sus amenazas. Sobre sus “daños colaterales” silencio absoluto.

El trámite

Organismos relacionados a la salud y organizaciones sociales denunciaron como “irregular” la forma en que se aprobó. Sostienen que se hizo en base a estudios de las propias empresas, y de carácter confidencial. Aseguran que el combo de químicos con los que se fumigará son perjudiciales para el ambiente y la salud de la población.

“Cuestionamos la decisión de aprobar esta nueva soja, pero también la regulación actual del sistema de aprobación de los organismos genéticamente modificados (OGM) ya que no garantiza una debida evaluación ambiental ni la inocuidad alimentaria de los transgénicos”, explicó Fernando Cabaleiro, del Centro de Estudios Legales del Medio Ambiente (Celma).

En diciembre de 2013, la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) aprobó la “soja DAS-444O6-6” de la empresa Dow AgroSciences, resistente a los agroquímicos glifosato, glufosinato de amonio y 2-4-D. El dictamen señaló que no representa riesgos para la salud ni para el ambiente, dejando vía libre para que el Ministerio de Agricultura de la Nación dé la última aprobación, la que se concretó el 9 de abril pasado.

El Centro de Estudios Legales del Medio Ambiente denunció que no se cumplieron los pasos administrativos que obliga la legislación nacional (audiencias públicas –leyes 24.375 y 25.675–) y afirmó que no se realizó un “debido e integral estudio de impacto ambiental”.

Remarcó que los estudios de riesgos se realizaron en espacios reducidos, llamados “agroecosistema”, una parcela agrícola que no tiene en cuenta la coexistencia con el ambiente lindante ni los efectos de los agroquímicos en los campos vecinos.

El Celma realizó una presentación de impugnación en el Ministerio de Agricultura, exigiendo audiencias públicas y una correcta evaluación de impacto ambiental.

La aprobación de transgénicos en Argentina está bajo sospecha, pues se realiza en base a estudios presentados por las propias empresas.

El abogado Cabaleiro reclamó que esos estudios (sobre todo los que señalan la supuesta seguridad ambiental e inocuidad alimentaria) sean públicos para ser evaluados por científicos e instituciones ajenas a las empresas.

“El 2-4-D es un herbicida más peligroso que el glifosato, por lo que los impactos ambientales y en la salud de este nuevo cultivo transgénico serán aún más devastadores, especialmente teniendo en cuenta que en este nuevo transgénico se ha apilado una combinación de herbicidas”.

Una luz hacia el futuro

Así es como tituló el diario Clarín la nota en la que presentó la innovación en su edición del 23 de agosto del 2014. Estos son algunos de sus párrafos más destacados:

“En sólo un par de años más, llegarán al país sojas y maíces que resistirán nuevos herbicidas, además de glifosato. Es el inicio de una era distinta, con un manejo más complejo de los cultivos. Pero también con muchas más herramientas".

“En la Argentina, el puntapié inicial de la nueva andanada de tecnología lo dio, el año pasado, la soja RR2Bt, la primera novedad biotecnológica que se lanzó en soja en el país desde las variedades resistentes a glifosato en 1996. Pero el gen Bt, que le brinda también resistencia a un grupo importante de insectos lepidópteros, abrió la nueva etapa del juego.”

“De todas formas, la resistencia a insectos es solo una de las novedades que traerá la soja en los próximos años. Otras resistencias, claves ante los desafíos productivos que enfrenta hoy la Argentina, serán a varios herbicidas.”

“Monsanto mostró hace ya un par de años en EE.UU. las sojas resistentes a Dicamba, Bayer trabaja en conjunto con otras empresas en las resistentes a glufosinato de amonio, y aquí Dow AgroSciences destacó el potencial de las que sumarán, entre varias otras, resistencia a un nuevo 2.4D (herbicida de amplio espectro de control), que formarán parte de un sistema que los de Indianápolis denominaron Enlist.”

“El argentino Adrián Mel es el líder global del proyecto Enlist del gigante estadounidense. ‘Vemos que hay dos plataformas sobre las que se apilarán todo el resto de las tecnologías en los próximos 10 años: Dicamba y Enlist’, dice convencido.”

“Enlist es un sistema que incluye una soja resistente a glifosato, a 2.4D y a glufosinato de amonio, un herbicida que contiene los dos primeros principios activos, y una serie de prácticas de manejo para asegurar la sustentabilidad de esas tecnologías. Con diferentes variantes, estará disponible para soja y maíz, y a la Argentina podría llegar para las siembras del 2016, si se terminan a tiempo los procesos regulatorios necesarios en el país y se cuenta, además, con la aprobación de China, necesaria por ser el principal comprador mundial.”

“Estos desarrollos no solo llegarán para permitir variar los herbicidas utilizados en los cultivos, una herramienta central en el combate contra las malezas que se han convertido en resistentes o tolerantes a muchos de ellos, sino que permitirán construir nuevos sistemas de producción para seguir adelante, con más sustentabilidad, en la carrera del rendimiento: en EE.UU. hay lotes de productores que ya han orillado los 10.000 kilos de soja por hectárea, contra los 3.050 en promedio que arrojará esta campaña récord, que muestra al costado de las rutas y autopistas los mejores cultivos que se han visto en la historia por aquí.”

“Para que estas tecnologías lleguen a todos los productores, se licenciará a los principales semilleros del país, como DonMario y Nidera, que las incorporarán a su germoplasma de soja. Y en maíz tienen un acuerdo con Monsanto, líder con su marca Dekalb.

“Por supuesto, con todo esto las compañías esperan volver a crecer, una vez que también vuelva a despegar la agricultura argentina en general, quizás con otro contexto político luego de las elecciones del año próximo. Y, ojalá, con una recuperación de los precios de los granos.”

Luego de describir pormenorizadamente como la semilla creada artificialmente resistirá todos los venenos que se le echen encima para matar malezas, insectos y otros yuyos, el artículo se focaliza en el negocio multimillonario que esto significa:

“Rajan Gajaria, de la India, es líder comercial para toda América de Dow AgroSciences. Con los números bien claros, recuerda que la compañía facturó el año pasado unos 7.200 millones de dólares, lo que la posiciona como una de las 5 más grandes a nivel global en agroquímicos y semillas. Rajan precisa que ‘hoy América Latina es el 30% del negocio de Dow AgroSciences y EE.UU. un 35%, pero de acá a 5 años América Latina será nuestro principal mercado’. En cuanto a la Argentina, dijo que es ‘muy optimista para lo que pueda venir después de las elecciones del año próximo’. Otro extranjero que ocupa un alto cargo en la sede global de la compañía, en Indianápolis, es el colombiano Ramiro De la Cruz, líder del negocio de agroquímicos. El hombre coincide con su colega indio y dice que ‘la oportunidad de crecimiento del negocio está en América Latina, pero no sólo para Dow AgroSciences, sino para toda la industria a la que pertenecemos’”.

“Rolando Meninato es argentino y, desde su sede global de Indianápolis, es el número 1 del área de semillas de Dow AgroSciences para el mundo entero. Está aquí hace unos 3 años, pero conoce a la perfección lo que pasa en la Argentina. Por eso, con la perspectiva que da la distancia, puede analizar a fondo la situación de la industria de tecnología agrícola en nuestro país.

‘El mercado viene creciendo en los últimos años, pero el actual será de amesetamiento, por la conjunción de precios más bajos e incertidumbre política-económica’, analiza. ‘Pero después la Argentina va a volver a crecer, porque las tendencias globales que traccionan siguen allí’, adelanta. ‘Creo que vamos a un negocio que tendrá una oferta más limitada a las grandes compañías, por tecnología y financiamiento. Pero el productor no perderá, porque habrá una amplia diversidad”, aseguró. Para el ejecutivo, la soja Intacta, de Monsanto (con el nuevo gen de resistencia a glifosato RR2 y el Bt de resistencia a insectos lepidópteros), que se lanzó en la Argentina el año pasado, es solo el primer paso de ‘un cambio tecnológico importante que se viene en unos 3 años más’. Está claro que, con esos desarrollos, el mercado de semillas de soja en la Argentina volverá a ser atractivo para las grandes compañías.”

A nivel global, “queremos ser una de las tres compañías líderes en semillas para el 2020. Pero además apuntamos a los agroquímicos, generando también allí nuevos desarrollos”, indicó.”

Los campesinos se manifiestan

En el Día Mundial de la Lucha Campesina, el 17 de abril, representantes de 21 países marcharon desde la Embajada de EE.UU. hasta la Rural, símbolos de todo lo que repudian. Reclamaron por la soberanía alimentaria, contra los transgénicos y los abusos de las multinacionales.

Bajo la consigna “contra los agronegocios, América latina lucha”, más de dos mil personas de distintas agrupaciones campesinas provenientes de veintiún países latinoamericanos y nucleadas en la Coordinación Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) realizaron una marcha en Palermo desde la Embajada de los Estados Unidos hasta la Sociedad Rural Argentina.

* Publicado originalmente en Q' Mundanos

bottom of page