El pasado 3 de junio será recordado como un día histórico, un día en el que en muchos lugares de nuestro país y de nuestro continente se gritó fuerte “Ni una menos”. Un día en que la gente se movilizó para decirle basta a la violencia de género. Una violencia que nos atraviesa a todas, más allá de las especificidades de ser pobres, ricas, jovenes, ancianas, indígenas o no indígenas.
En el marco de la marcha, mujeres indígenas de distintos Pueblos han buscado visibilizar las múltiples violencias que viven cotidianamente, remarcando que las mismas no son únicamente producto del machismo y el patriarcado, sino que están enraizadas en la colonización y el avance del capitalismo sobre sus territorios. Desde distintas organizaciones y espacios, las mujeres indígenas ponen en evidencia esta realidad.
Algunos casos judiciales, que han saltado a la luz en los últimos años en nuestro país, involucrando a mujeres indígenas, pusieron de manifiesto estas violencias superpuestas. Un caso paradigmático ha sido el de Reina Maraz, una joven boliviana que llegó a la Argentina en 2010, después de que su marido la amenazó con quitarle a sus hijos si no viajaba.
Ese mismo marido la entregó -en numerosas oportunidades- para que la violaran, como una forma de pago por las deudas que tenía con un vecino. Reina fue acusada de la muerte de su marido y sentenciada a cadena perpetua. Sin embargo, la joven nunca entendió porque estaba siendo acusada ni porque era encarcelada, porque solo habla quechua y su abogado nunca consideró necesario involucrar a un traductor.
Casos como el de Reina muestran las múltiples discriminaciones y violencias a las que son sometidas las mujeres: por ser mujeres, por ser indígenas, por ser migrantes, por no ser blancas, por ser pobres. En este marco, Moira Millán sostiene que cuando esta violencia llega al asesinato estamos frente a casos de “femicidio indígena”, porque los mismos no solo encierran violencia machista y patriarcal sino también violencia racial. Es decir, que no solo son asesinadas por ser mujeres, sino por ser indígenas.
Millán -junto con el equipo de la Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir-, ha comenzado a desarrollar un informe sobre “femicidio indígena” en Argentina, y sostiene que “es necesario que se sepa la verdad, ese otro país que se oculta, que se niega, que se despoja, y se lo asesina sin ser nombrado, sin ser visto, sin ser llorado, ni lamentado, el país de las mujeres tierras asesinadas en nombre del progreso capitalista”.
Paralelamente, las mujeres indígenas del Pueblo Qolla, Wichi, Qom y Mapuche en Argentina, que integran el “Enlace Continental de Mujeres Indígenas” emitieron un comunicado llamando a que “Ni una menos sea un compromiso hacia la Despatriarcalización y Descolonización”.
En el comunicado se recuerda a algunas de las hermanas indígenas víctimas de lo que denominan “etnofemicidio”, entre los que entienden también los asesinatos en el marco de la defensa del territorio:
* Juana Gómez, de 15 años, del Pueblo Qom. Encontrada muerta, violada y atada a un árbol en Quitilipi, provincia de Chaco en julio de 2013.
* Natalia Flores, 15 años, del Pueblo Qom. Encontrada muerta, violada y tirada a orillas del riacho Araza en Fontana, provincia de Chacho en julio de 2007.
* Celestina Jara, de la comunidad La Primavera del Pueblo Qom. Atropellada junto a su nieta de diez meses, por un gendarme en el marco de la disputa territorial el 10 de diciembre de 2012.
* Eli Sandra Juarez, del Movimiento Campesino en Santiago del Estero, asesinada el 13 de marzo de 2010 en el marco de la lucha para evitar que la frontera sojera avance sobre su territorio.
* Esperanza Nievas, 81 años, del Pueblo Diaguita. Activista por los derechos de las mujeres y de los Pueblos Originarios. Asesinada en Amaicha del Valle en junio de 2010.
* Cristina Lincopan, del Pueblo Mapuche. Murió en 2013 como resultado de la contaminación generada por la explotación de petróleo contra la que luchaba.
Las mujeres indígenas están generando espacios para debatir sobre sus derechos. Dando a conocer las situaciones que viven en sus territorios. En este proceso están mostrando y tratando de construir una nueva lógica de construcción social basada en la reciprocidad, el respeto y la complementariedad, lo que ellas llaman “Sumaq qausay – Kvme Felen”, que podría ser traducido como el Buen Vivir y tratando de aportar a construir una sociedad intercultural.
Desde esa interculturalidad -como sostiene el comunicado del “Enlace Continental de Mujeres Indígenas”- es necesario gritar al “unísono, Pueblos Indígenas y Pueblo Argentino, el cumplimiento de las responsabilidades estatales con los derechos humanos individuales y colectivos de toda mujer”.
* Publicado originalmente en Notas