El fotógrafo Pablo Piovano decidió hacer un relevamiento fotográfico sobre el cáncer, otras enfermedades graves y las malformaciones congénitas producidas por el glifosato.
Partió rumbo a Chaco, Entre Ríos y Misiones y se enfrentó a una situación atroz. Reunió sus trabajos bajo el título El costo humano de los agrotóxicos. Una crónica fotográfica del horror.
En el momento de la foto, Andrea Gotin tiene 16 años. Su aspecto y expresión son los de una anciana. A su derecha y en primer plano un muchacho grita, con gesto furioso. Es su hermano Ademir, cuatro años mayor. Siendo niña, Andrea aspiró sin querer cloruro de metilo, sustancia que se usa en los campos como insecticida. A partir de entonces no le funciona bien la parte del cerebro que controla la motricidad. Como consecuencia de la exposición a la misma sustancia, Ademir padece un severo retraso mental. Andrea y Ademir Gotin son vecinos de Colonia Aurora, Misiones. Una zona que, como buena parte del noreste argentino, en las últimas dos décadas viene siendo abundantemente fumigada con glifosato. Según un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud, el glifosato podría ser cancerígeno, así como producir alteraciones irreversibles en el ADN.
Un año atrás, el fotógrafo Pablo Piovano se subió a un auto y puso rumbo a Entre Ríos, Chaco y Misiones, con la intención de hacer un relevamiento fotográfico sobre los casos de cánceres, enfermedades graves y malformaciones congénitas registrados en la zona. Las cifras impresionan: en 2012 se rociaron 370 millones de litros de agroquímicos sobre 21 millones de hectáreas, un 60% de la superficie cultivada del país. Producto de la explotación descontrolada, en una década los cánceres infantiles se triplicaron en las zonas regadas, mientras que las malformaciones en recién nacidos aumentaron un 400 por ciento. "Es un tema gravísimo, y sin embargo no se realizan controles, no se investiga, no se le da la cobertura periodística que amerita", afirma Piovano, que viajó a la zona por su cuenta.
Dos meses más tarde Piovano volvió con más de medio centenar de fotos en blanco y negro, a cuál más pavorosa. A la serie le puso por nombre El costo humano de los agrotóxicos. Una de las fotos es un retrato de Lucas Techeira, niño de tres años de Colonia Aurora que padece de una afección llamada ictiosis, que resquebraja la piel. Su padre trabajaba en plantaciones de tabaco, cultivo extensivamente tratado con glifosato. Durante el embarazo su madre manipuló sin protección el pesticida. "En un barrio de San Vicente, Misiones, centro de la producción de tabaco en Argentina, hay un chico postrado por cuadra", detalla Piovano.
"En la ciudad de Sáenz Peña, Chaco, la cifra de chicos discapacitados se multiplicó por siete en diez años", detalla el fotógrafo devenido cronista. "En esa ciudad funcionan actualmente siete institutos para chicos discapacitados. Lo cual, sobre un total de 90 mil habitantes, es una barbaridad." Tercer productor de cereales del mundo, Argentina es uno de los países más afectados por el uso indiscriminado de agroquímicos. "En setenta y cuatro países echaron a Monsanto, megacorporación que produce el Roundup, el pesticida más utilizado en el mundo. En Argentina, Monsanto opera sin problemas desde hace 20 años. Lo que hay son iniciativas ciudadanas. En Córdoba se iba a abrir una planta destinada a ser la más grande de Latinoamérica. Está parada, gracias a la acción de los vecinos."
Desde que dio a conocer sus primeros resultados, El costo humano de los agrotóxicos tuvo alta repercusión, dentro y fuera de las fronteras. Además de tenerlo varias horas por día respondiendo mensajes ante su computadora, el "rebote" dio por resultado, hasta el momento, tres importantes premios de fotografía internacionales, dos becas para continuar con la investigación, participación en dos muestras colectivas en Italia y el ofrecimiento para una exposición individual, en un importante centro de artes plásticas porteño. ¿Por qué el blanco y negro? "Lo pensé mucho. Primero iba a hacerlas en color, porque se identifica con todo lo que es actual y en este trabajo la actualidad era un elemento importante. Pero el color se presta a distracciones, a ornamentos, y yo quería que el espectador se concentrara en cada retrato. Que lo que ‘hablara’ fuera eso."
En una de las fotos de El costo humano de los agrotóxicos se ve a un hombre joven, vecino de la ciudad entrerriana de Basavilbaso, piel y hueso y con la columna vertebral desviada. Era una persona perfectamente normal, hasta que su trabajo en una empresa de fumigación con agroquímicos empezó a producir secuelas. Actualmente, Fabián Tomasi padece de polineuropatía tóxica severa y es tratado por atrofia muscular generalizada. "Es necesario tomar conciencia de la gravedad del asunto, empezar a exigir controles", sostiene Piovano mientras prepara las valijas para partir hacia Santiago del Estero y Monte Maíz, Córdoba. Nuevas postas de un trabajo que por el momento sigue desarrollándose en la más absoluta soledad.
* Publicado originalmente en INFO|news