Pasaron nueve años y Jorge Julio López continúa desaparecido. La historia de su segunda desaparición y la causa judicial que investiga la misma está teñida de irregularidades y pistas falsas. Sin embargo, la lucha por la verdad derivó en otros carriles, en las organizaciones sociales y de derechos humanos, y la lucha en la calle.
Hoy se cumple un nuevo aniversario. La ciudad de La Plata lo sabe. Sus calles saben que no estamos todos. Las mismas que hoy se colman de fuerzas de seguridad, patrullajes, sospechas; las mismas que hace nueve años fueron testigo que no se cuidó a López ni garantizó que llegue a escuchar la sentencia del juicio donde con tanto coraje y humildad señaló a sus captores. Donde corroboró a la sociedad que había sido secuestrado el 27 de octubre de 1976 por un grupo de tareas al mando del ex Comisario Miguel Etchecolatz, el señalado, y estuvo detenido-desaparecido en los centros clandestinos de detención El Destacamento y Pozo de Arana, como así también en las Comisarías 5ta y 8va y en la Unidad 9.
Él aportó su historia para que todos y todas sepamos y evidenciemos que una vez más la herencia de la última dictadura militar se cuela por las ranuras del presente, una y otra vez. López con sus testimonios no sólo demostró valentía (¿No sólo?) sino que sentó un precedente histórico.
En estos nueve años, ¿Cómo entender qué sucedió con López? Es necesario recaer en las fuerzas de seguridad, en las responsabilidades que les pesan a las autoridades gubernamentales encargadas de cuidarlo. Porque Julio fue un testigo clave y no se lo trató como tal.
La voluntad política para accionar no fue clara y marcó una postura. La declaración de López en los juicios contra los represores no se concibió como una causa directa de su desaparición sino que sólo se hablaba de una persona que se había perdido, sin hacer hincapié en que el comisario juzgado venía de la misma fuerza policial (la bonaerense) que accionaba junto a la Justicia provincial en el comienzo de la causa que investigaba su desaparición.
Desde septiembre de 2006 hasta el presente fueron los organismos de derechos humanos y organizaciones sociales quienes levantaron la bandera por la aparición de López. La lucha en las calles mostró el camino. En este sentido, Elia Espen, madre de Plaza de mayo-Línea fundadora recordaba en diálogo con Radionauta FM 106.3 que “siempre la fecha de López se vive con angustia, porque se sigue con impunidad; no lo entendemos ni lo justificamos, porque Julio desapareció con el gobierno de los Derechos Humanos”. Además, resaltó que “si no fuera por los militantes y por todos los que seguimos reclamando esto quedaba en la nebulosa”.
En la ciudad de La Plata, esta semana tuvo su particularidad. Se recordaron los compañeros y compañeras de la noche de los lápices, que pelearon por un boleto educativo, por un derecho, como cada 16 de septiembre; también se realizó una movilización por Rut Ávila Zambrana, una estudiante de Ingeniería que se encuentra desaparecida hace un mes y aún no existen pistas que develen su paradero.
Este viernes 18 el recuerdo de Julio sigue latente. Sobrevuela en el aire como una esperanza muda. Mientras tanto en las calles se siguen levantando las banderas contra la impunidad de ayer, pero también de hoy, de los desaparecidos en democracia, de los que dejaron la vida en un testimonio, de los que mostraron el camino.
Fragmentos del testimonio de Jorge Julio López en el juicio a Miguel Etchecolatz (genocida y torturador de la última dictadura militar en Argentina).
* Publicado originalmente en Notas