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“No se nace mujer, llega una a serlo”


A 33 años de la muerte de Simone de Beauvoir

“¡Mujeres le debéis todo!” gritó en medio de la multitud la filósofa Elisabeth Badinter, mientras los restos de Simone de Beauvoir eran trasladados al cementerio. En aquel tiempo, nadie hubiese imaginado que esas palabras recorrerían el mundo recordando a aquella intelectual comprometida con la reivindicación de los derechos de la mujer. Esa que se propuso batallar ante cualquier tipo de discriminación sexista y que decidió luchar contra el aire capitalista y patriarcal que se respiraba en el mundo femenino del siglo XX.

A 33 años de su muerte, en su tumba, reposan las cartas de cientos de feministas de todo el mundo, porque siendo criticada y amada, Simone de Beauvoir fue, es y será una referente feminista.

Fue allá por 1949 cuando esta escritora se atrevió a desandar, a través de 725 páginas, la posición de la mujer en una sociedad patriarcal, exponiendo su insatisfacción. “El Segundo Sexo” es el título que lleva esta obra trascendental, referente del feminismo, en la cual Simone intenta romper con los estereotipos y prejuicios que giran en torno a la mujer para que esta pueda vivir más libremente.

En este libro, cuyo tema ella misma define como “irritante”, logra enmarcar de manera precisa y de acuerdo a sus vivencias, la división de los sexos, definiendo al hombre como lo “Uno”, siendo sujeto, soberano, y absoluto, y a la mujer como lo “Otro”. Ya que según la escritora es “una colectividad” la que se define como “una y coloca enfrente a la otra”. Resulta ser que, según Simone, “el sujeto no se plantea más que oponiéndose. Afirmarse como lo esencial y construir a lo otro como inesencial, en objeto”.

Es así como a través de la existencia de dos categorías humanas, en donde una impone su soberanía a la otra, la evolución de la construcción femenina no ha tenido una progresión continuada. De hecho, la ideología cristiana ha contribuido a fortalecer estas ideas mediante “la opresión de la mujer, subordinándola al hombre”. Ya Santo Tomás describía a la mujer, de manera poco afortunada y machista, como “un ser incompleto y destinado a vivir bajo el dominio del hombre”, a lo que agregaba que ella no tenía “ninguna autonomía por sí misma”. También se sumó San Agustín, a las definiciones que seguían minimizando el concepto de mujer, declarando que “la mujer es una bestia que no es ni firme ni estable”. Ser incompleto y una bestia, dos maneras en que esos referentes de la Iglesia hacían su aporte reflejando la voluntad de dominación y las flaquezas femeninas.

Ese “Otro”, como llama Simone a la mujer, con sus ovarios, miedos y mandatos sociales a menudo aceptados, en general se complace en tener un papel secundario, ya que es esa mujer parte de una historia cimentada por hombres con su protagonismo marcado a fuego y capaz de imponer la superioridad absoluta.

En “El Segundo Sexo”, la autora plantea un mundo perteneciente a hombres, en el cual se produciría un cambio cuando haya un reparto equitativo. Ese mundo que describe Simone, mucho tenía de dualidad entre sexos y sometimientos. Aquella mujer, poco tenía que ver con una heroína capaz de modificar con fórmulas mágicas un mundo en donde las libertades eran sólo utopías y las condiciones de desigualdad eran monedas corrientes y aceptadas por ese “Otro”.

Hombres con salarios elevados, ocupando los mejores y más importantes puestos de trabajo, daban el marco perfecto para colocarles el título de “prestigiosos” mientras que ellas se llevaban la otra parte de la historia mediante el conformismo, la sumisión y notable inferioridad en relación a lo “Uno”. Sin embargo, tuvieron que pasar varios años y generaciones de mujeres con agallas para quitar las trabas impuestas por esa cultura patriarcal.

“Se abren a las mujeres las puertas de las fábricas, las oficinas, las facultades, pero se continúa considerando que el matrimonio es para ellas una de las carreras más honorables, una carrera que las dispersa de toda participación en la vida colectiva”, decía Simone, en su intento por describir, lo más fielmente posible, aquella realidad. Al mismo tiempo planteaba la idea de que la maternidad destinaba a la mujer a “una existencia sedentaria, mientras el hombre caza, pesca o guerrea, ella permanece en el hogar”.

De esta manera, la obra ofrece un cuestionamiento al deber ser de una sociedad que se congregaba para hacer de la mujer un ser obediente, creado a la sombra del hombre. Sin embargo, la idea central de este libro no pasa simplemente por describir el camino recorrido hacia la igualdad de sexos, sino que busca provocar una toma de conciencia para que las mujeres alcancen el protagonismo postergado y dejen de ser vistas como lo “Otro” para ser simplemente mujeres, con iguales derechos y necesidades que los hombres.

En sus páginas, la autora deja explícita la importancia de que la mujer logre ser libre e independiente, en un escenario con menos oportunidades negadas. Quitar la barrera impuesta por el medio, liberarla de mandatos y limitaciones, como también del conformismo es la propuesta de esta escritora y el legado que perdura.

De aquel tiempo a esta parte, lo “Otro” logró cambiar el libreto y fundamentalmente el escenario en que vivía. Participar de manera activa en la construcción del mundo dejó de ser cosa de hombres, la emancipación ya no fue una utopía y dejar el conformismo junto con la sumisión permitió que muchas mujeres alzaran su voz para así lograr que ellas mismas tomen control de sus propias vidas.

Es así como algunas “Otras” fueron anónimas mientras que muchas “Otras” se atrevieron a dejar huellas y legado en la historia. Nombres como el de Simone de Beauvoir, junto al de Virginia Woolf o Emma Goldman forman parte de una lista de mujeres para descubrir, admirar o criticar y recordar. Ellas, cada una con sus causas, lograron ser protagonistas y sus nombres, referentes.

Hoy las palabras de Simone resultan lejanas. Los años han pasado, el contexto ha cambiado pero como mujeres todavía tenemos que seguir batallando contra mentalidades retrógradas que viven el machismo como una realidad, contra aquellos que se empeñan en decidir sobre nuestros cuerpos, contra mandatos sociales que todavía cuesta dejar a un lado… y la lista sigue.

Mujeres, los primeros pasos ya fueron dados por “Otras” y sin embargo ¡todavía queda mucho por hacer y recorrer!

* Publicado originalmente en Revista Furias

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