Ventajas y desventajas del divismo de Estado
Susana y el patriotismo. Mirtha y el voto aborigen. La legisladora Mercedes de las Casas y las mucamas. González Fraga y los que se tragaron que podían vivir más o menos bien. Moreno y las disculpas a Videla. Cristina y la cola por dos manzanas gratis. El divismo de Estado y las escenas de macrismo explícito.
Mientras los optimistas te invitan a transitar por una ancha avenida del medio que desembocará dios sabe dónde, la tilinguería de ropas caras y aliento a mosqueta va pasando por la pantalla de los más desprevenidos. Especialmente de aquellos que creyeron que votar a una clase implicaba pertenecer a ella. Quedarse afuera y sufrirla no estaba en muchos planes. Pero se supone que de cada tragedia se aprende. De cada diluvio brota un Michael Phelps. Y se supone que, tal vez, en varias vidas más allá el ser humano jugado y evolucionado podría empezar a elegir algo mejor. Elegir, entronizar, proporcionar rating alegremente o legitimar a ciertos personajes. Con consecuencias feroces en la cultura, el proyecto de país y la salud mental cotidiana. Uno de los problemas más graves es el regreso de la confluencia fatal del Estado y el divismo, maquillaje y alfombra roja para todos y todas. El macrismo confesado y militado (con perdón) de Mirtha Legrand y Susana Giménez es la muestra más contundente de que difícilmente pueda haber una misma escena para el perfume francés y los rastros de chori y tetra. No hay tacos aguja que se puedan hundir en el barro con elegancia. Ya lo supo Cristina cuando fue a ver el alud de Tartagal y nunca más. O Beatriz Alperovich, cuando se encontró con inundados que le pedían auxilio y los trató de vagos porque no estaban trabajando. Y ella, pobre, que podría haberse quedado tranquila en sus mansiones (¡¡sic!!) en lugar de ir a resfriarse al Tucumán profundo. A Mauricio todavía no lo hemos visto mancharse la camisa. Ni ir con botas de lluvia donde no hay agua, como María Eugenia Vidal. Por eso Susana –en entrevista con el argentino nacionalizado CNN Carlos Montero- habló de los sacrificados Prat Gay, Aranguren, Sturzenegger, etc, como "patriotas" que vinieron a salvar el barco del naufragio. Fuentes oficiosas aseguraron que Castelli y Belgrano se retorcieron en sus tumbas. Todavía con la angustia de haberle declarado la independencia en las narices a Fernando Séptimo. Y Mirtha, a la que su propio ex productor le dijo "sos más macrista que Macri", no deja de expresar su escasa tolerancia hacia la pobreza, hacia los pobres y hacia todo aquel que les eche un vistazo para ver si algo se puede cambiar. Populismo, como ella le llama. En estos días -piadosamente una olvida lo demás- Mirtha preguntó extemporáneamente "¿los pueblos originarios votan?". Que es peor aun que preguntar si los dinosaurios están vivos. La segunda pregunta es estúpida pero inofensiva. La primera es decididamente despectiva y discriminante: ¿cómo van a votar esos indios, negros, flacos, hambrientos, que hablan lenguas extrañas, creen en cualquier cosa y comen con la mano? Y si votan, así nos ha ido… Más allá de la pantalla -convengamos en que las cámaras la están evitando bastante- Cristina mira por teve la protesta de los productores en Plaza de Mayo y tuitea: "La ficción macrista y el periodismo de guerra inventando propiedades a CFK mientras hay colas por dos manzanas gratis". Lo de ficción macrista y periodismo de guerra lo podemos conversar. Pero las propiedades y el patrimonio millonario (en dólares porque hoy millonarios en pesos hay muchos) después de más de treinta años de vida y conchabo en el Estado son contantes y sonantes. Y las colas por dos manzanas gratis tienen un color cuando se las ve desde casa. Pero cuando la gente se ha amontonado en las rutas rionegrinas donde se han desechado toneladas de manzanas (por la misma causa pero lejos), o en los derrames lecheros, o en los descarrilamiento de vagones con alimentos, nada se ha dicho. En el país donde en cualquier momento Prat Gay pasa a la cancillería y Carlos Melconian asume Hacienda –y entonces sabremos que todo esto era gradualismo y se vendrá la verdad y el shock nos dejará desnudos en agosto- es una suerte que la tilinguería tenga una exponente privilegiada como la legisladora porteña pro Mercedes de las Casas (cómo no iba a llamarse así) cuyo mayor aporte a la ciudad han sido dos proyectos: uno de homenaje al Sapo Pepe y otro a Pimpinela. Más allá de ese emocionante tributo a la cultura, Mercedes escribió un libro junto a su madre (astilla del mismo palo) sobre "Cómo conseguir una mucama y no perderla en 7 días". Y dice cosas espectaculares como "Recordemos que es muy agradable sentir olor a fresco y limpio de la persona que nos sirve el desayuno". "Recordemos que no siempre la mucama posee gran capacidad de recepción y memorización". Y "no olvidemos que las personas que llegan a solicitar este tipo de trabajos son, por lo general, seres muy humildes y carentes de instrucción. No pasar por alto dónde viven, la cantidad de cuartos y personas que viven en cada uno de ellos ni la reputación de la familia. Con la ola de inseguridad actual no podemos arriesgarnos a que ingresen a nuestra casa personas que no tengan un entorno confiable. Y nada de confiar en certificados de domicilio, mejor inspeccionar in situ". Y "no tutee al personal y utilice una voz firme y lenguaje neutro, tirando a agradable. Y por supuesto instalar el uso del uniforme". Por suerte, en medio de esa avanzada de las últimas décadas cuando las mucamas osaron sentirse seres humanos, apareció Javier González Fraga (ex presidente del Banco Central, ex candidato a vice de Ricardo Alfonsín, ay el radicalismo, ay, ay) y bajó todos los humos de un plumazo para darles a toda esta negritud un baño de realidad: el populismo, dijo, le hizo creer "al empleado medio que podía comprarse plasmas y viajar al exterior". Incluso hasta un par de mucamas se lo creyeron. Por eso hay que bajarles el copete, querida Mercedes de las Casas. Porque los ricos también lloran, como decía Verónica Castro. Y Michetti, que es Gabriela, admitió que "tengo un sueldo más alto que una persona normal (121,686 pesos en bruto), pero me afectan los aumentos de tarifas ", dijo. Y redondeó: "es una situación difícil para todos". Suerte que a veces la tilinguería se viste distinto. Y se pone camiseta de militante popular para que se pudra todo de una vez y se acaben esos sueños tontos de transformar la vida. Para eso están Amado Boudou y su barba cubana en la ronda de Hebe (que por suerte no es Nora Cortiñas) y Guillermo Moreno vociferando que "Videla tiraba a nuestros compañeros al mar, pero no les sacó la comida. No se metió con el precio de la comida". Mientras tanto Miguel Etchecolatz puede gozar de un retazo de libertad. Y ahí es cuando la tilinguería en pleno mirará para otros ponientes.
* Publicado originalmente en Diario El Popular
** Ilustración: Damian "Polaco" Scalerandi, para revista crisis