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Un héroe inmortal


En el cielo nos vemos es una investigación periodística sobre el caso de al desaparición de Jorge Julio López. Miguel Graziano es periodista desde hace más de veinte años y trabajó en prensa gráfica cubriendo el caso López desde 2008. Se encargó de reconstruir la vida del albañil en dos momentos trascendentales: el primero, cuando desaparece en 1976, contando todo el recorrido de la tortura en su cuerpo y en su memoria. El segundo, cuando desde aquel 18 de septiembre de 2006, y a diferencia de la primera desaparición, la historia está sin contar.

¿Cómo fue que llegaste a escribir el libro y cómo fue el proceso de construcción y recopilación?

En principio lo que quise hacer fue contar a López desde a través de quienes lo habían conocido. La intención era hablar con los que lo conocían físicamente y esas personas fueron las entrevistadas. El trabajo de entrevistas me llevó dos años. Algunas fueron para chequear datos que tenía de archivo y otras para confirmar datos cuando había cruces con funcionarios.

De la familia, además de hablar con su hijo Rubén, hablé un par de veces con su mujer, Irene, pero de manera informal, porque me parecía que entrevistarla era someterla a algo muy duro.

Para todo lo que tenía que ver con funcionarios públicos utilicé los archivos, porque decidí no entrevistar a funcionarios. Así que conversé con los periodistas que los habían entrevistado y pedí permiso para utilizar sus trabajos.

Entonces utilicé documentos públicos, diarios, desgrabaciones de discursos, transcripciones textuales. Y además hice una pequeña reconstrucción literaria sobre conversaciones entre militantes, que tuvo que ver con mi propia experiencia de militancia en el Colectivo de Trabajadores de Prensa, por eso también les agradezco a los compañeros.

Esas son las tres partes en las que basé el trabajo. Y otra parte importante es la grabación del juicio que hizo la Comisión Provincial por la Memoria.

Pasaron diez años. ¿Por qué creés que sigue la impunidad?

Hay tres cosas bastante evidentes: no se pudo, no se quiso o no se supo. Son como las tres posibilidades que parecen presentarse y permitieron estos diez años de impunidad.

No se supo porque, tal como denuncian los organismos de derechos humanos y por lo que pude aprender de entrevistar a las personas que estaban trabajando en ese momento con el caso López, se llegó a los juicios de una manera un poco apurada, sin pensar en el poder que todavía tenían los represores y en la incidencia que todavía podían tener en las fuerzas de seguridad. Todavía podían ser capaces de operar: liberar una zona y secuestrar a una persona.

No se pudo por esta cuestión de que todas las policías y las fuerzas de seguridad participaron de la investigación. El caso López estuvo en manos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Policía Federal, Gendarmería Nacional, Policía de Seguridad Aeroportuaria y la SIDE. Todos participaron de operativos y procedimientos en diferentes instancias de la investigación.

La causa tiene un recorrido importante en lo que se refiere a cantidad de actores involucrados, con el resultado de garantizar otra vez la impunidad. Se actuó para las cámaras, para que la gente creyera que estaba pasando algo. Se hicieron operativos inútiles y no se siguieron pistas coherentes y lógicas. En vez de ir a investigar a Etchecolatz en la cárcel de Marcos Paz, se prefirió prestarle atención a una mujer que soñaba que volaba como si fuese un cóndor por la provincia de Buenos Aires y que veía a López escondido en un campo. Se investigó mal. Etchecolatz tenía escrito el nombre de López en una libreta. ¿Por qué no fueron sobre esa pista en lugar de la del cóndor? Es bastante extraño.

Una vez cumplidos los no se supo y no se pudo, aparece el no se quiso, el “esto no lo podemos resolver”. Ya es más una suposición que abre la puerta a las desapariciones simbólicas que se producen después y de las que habla Nilda Eloy: López desaparece en el ´76 en la dictadura, después en el 2006 en democracia, luego en los medios de comunicación tradicionales o hegemónicos -porque siempre estuvo presente en los medios populares- y, por último, en la justicia.

Mucha gente conoce el caso López, pero alarma que no se sepa quién es ni por qué se lo busca

Hay militantes, incluso jóvenes defensores de los derechos humanos, que no saben quién es López, porque en algún momento ocurrieron estas desapariciones simbólicas que impidieron que lo puedan conocer. Cuando aparece el no se quiso aparece esto que Nilda dijo de la desaparición en los medios y en la justicia.

En el fuero federal hubo momentos en que los fiscales querían la causa y momentos en que la rechazaban, se la pasaban al juez. En ese entonces la causa estaba dentro de un carro de supermercado, todos los cuerpos del expediente paseando por los pasillos de los tribunales.

Y después, la desaparición política. Ya en la siguiente elección a presidente, ni uno solo de los candidatos -con la excepción de Altamira (Frente de Izquierda, NdR) que sí participó de marchas y eventos-, habló del tema, no lo mencionaron en ningún lado. Ya dejó de existir, empezó a desaparecer en este plano simbólico también de la política.

En un momento del libro se recrea un fragmento del encuentro que tuvieron Solá, Arslanian y organismos de derechos humanos en el que Arslanian dijo tener sólo control sobre un 20 % de las fuerzas. ¿Qué relación tiene, o tenía en ese momento, con el 80 % restante?

La policía es la mafia. No solamente en la Provincia de Buenos Aires. No hay delito grave en el que no esté involucrada: bandas de secuestradores, bandas que roban bancos, trata de personas, tráfico de drogas, etc.

Decime un delito en el que no esté involucrado un policía. ¿Qué clase de fuerza política o de inteligencia se requiere para poder reformarla? ¿Qué es lo que pasa?

Ellos tenían la voluntad, pero bueno, no lo pudieron hacer, no lo hicieron, fracasaron y deberían hacerse cargo de ese fracaso para que los que siguen puedan aprender de ese problema.

¿Qué pasó para que una parte la sociedad le esquive la mirada al caso López?

Es relativo. Hay una parte que se ha olvidado, principalmente por estas desapariciones simbólicas. Y hay una parte a la que no le han permitido conocer, en esta cosa de ocultar y de no decir, de no nombrarlo.

Pero al mismo tiempo, estos diez años son también una oportunidad simbólica para entender que estamos ante la presencia de un hombre que optó, que pudo decidir como persona, que esa opción fue la de la verdad, la memoria y la justicia, que por esta tragedia se transformó a sí mismo en un héroe y, por lo tanto, en un inmortal que va a estar siempre presente entre nosotros, en cada uno de los militantes, en cada uno de los que se preocuparon por los demás, de los que se sientan conmovidos por lo que le pasa a los otros, en quienes llevan con mayor compromiso la militancia, en los artistas que lo siguen pintando en las paredes, en conversaciones, actos, charlas, conferencias.

En definitiva, en todos lo que tienen un compromiso social y la tarea es que se conozca un poco más quién era: un hombre grande a punto de cumplir los 77 años, que invita a reivindicar a toda la tercera edad, porque hay gente grande muy valiosa.

López entra en ese marco de gente que envejece con dignidad y que también podría ser una enseñanza por esa manera de vivir, más allá de todas las dificultades que tuvo. Es un hombre que logró su cometido, cumplió con su compromiso, que no le esquivó, que se hizo cargo a pesar de todas las demoras, las dificultades y los silencios que tuvo que atravesar. Cuando él salió todavía estaba la dictadura en el poder. Él es uno de los que activamente quiso que se conociera lo que pasó y que se juzgue a los responsables porque él fue testigo de la muerte, de la violencia que se aplicaba. Conoció a las personas a partir de lo que vio y de lo que hicieron con él mismo.

Él sabía que son unos asesinos, que son violadores, que son ladrones, que son lo peor de lo peor de la humanidad.

¿Qué impacto creés que tienen las manifestaciones en repudio al otorgamiento del beneficio de la prisión domiciliaria a Etchecolatz en los juicios donde fue condenado?

Me parece que es imprescindible expresarse, que es importante tener presente quién es Etchecolatz. Tiene tres condenas perpetuas de entre 7 y 25 años, condenado por una gran cantidad de secuestros, asesinatos y por sustracción de identidad, es decir, robo de bebés. Fue uno de los que participó como jefe en el operativo en el que se secuestra a Clara Anahí, que todavía no sabemos dónde está. Hay que diferenciar entre una persona que cometió un delito común que cumple 70 años y puede salir en libertad y Etchecolatz. Este no es un asesino común, estos no eran asesinos comunes, son personajes que tendrían que decir todo lo que saben, toda la verdad.

* Publicado originalmente en La Izquierda Diario

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