“En esos orígenes que cuentan las leyendas, el hombre de la tierra era amigo del tigre. Un día, después de una batalla contra los soldados blancos un joven guerrero que había quedado perdido lejos de su gente, se encontró al peñi Nahuel, al hermano tigre, que lo protegió en el hueco de un Pehuen hasta ponerlo a salvo. Por la noche el tigre hizo guardia entre las ramas y al amanecer el joven sintiendo el olor de una fogata, vió que Nahuel ya no estaba y fue a reunirse con los suyos. Rafa fue fiel hijo de su gente y se encontró con el peñi Nahuel. Su vida nos enseña que con la guerrera persistencia, y la promesa de una fogata que se adivina de madrugada, no habrá ejercito huinca que pueda impedir el destino de volver a la tierra,
aunque haya que estar mucho tiempo al abrigo del Pehuen”. El pueblo mapuche vive, la lucha sigue y sigue
Volvamos como Rafael Nahuel
Hoy Rafa Nahuel cumpliría 23 años, pero el grupo albatros apago su luz por un instante con un disparo por espalda aquel 25 de noviembre de 2017. Así de frío, así de rápido, implacable, como mata el capitalismo. Pero ese pibe Mapuche fue asesinado por una recuperación territorial en la zona del Lago Mascardi, defendiendo el territorio, curando la tierra lastimada. Con un balazo frenaron su proceso de reconocimiento y autopercibimiento como ser Mapuche.
Rafa ya no quería estar hacinado en los barrios de Bariloche, esos barrios tan parecidos a los del conurbano bonaerense donde la falta de oportunidades y la persecución policial son una regla. Ahí donde la gente se degrada, enloquece, se desespera por la exigencia de un mundo cada vez más grotesco. Rafa no quería eso. Escapaba como podía. Pero en los sueños algo rondaba cada noche, quizás un llamado, tal vez un susurro que baja de los bosques que parecía un complejo mensaje a cifrar.
Rafa comenzó a rastrear esa voz que siempre venía en cada viento fresco. Se parecía al de tantos Mapuche que se levantaban y volvían al territorio para dialogar con ese susurro nervioso que ahora gritaba más fuerte, porque hidroeléctricas, forestales, mineras y monstruos sin rostro herían de muerte al territorio. La gente alienada ya no respondía ante ningún estímulo, la hipocresía se había convertido en lenguaje, la mentira era lo verdadero y la raíz se perdía.
"Hay que volver Rafa" dijeron los ancestros, y Rafita volvió al territorio a recuperarlo, a defenderlo, a sembrar. No importa que seamos un puñado y que las armas ahora las tengan ellos, no importa pensó. Porque no es una comunidad la que se levanta, es todo un pueblo que comienza a levantarse. Entonces Rafa, se ajusta los cordones, se sube el pañuelo y defiende el territorio como guerreros dignos de la tierra.
Ya no es el pibe de barrio sin nada que ofrecer. Rafa ahora es tierra, es piedra, es un árbol, es el lago, baila cuando cae nieve sobre los coihues. Rafa es un parlante encendido que resuena y rebota en las montañas y llega a cada barrio. Se rastrea ahora en el conurbano, en un paraje del chaco, en un pueblo escondido en los cerros jujeños, en comunidades de selva frondosa. Ese sonido llega ahora como aquel susurro y dice "hay que volver", sólo eso. Ahora hay que decodificar ese mensaje, conseguir un mapa, atar cabos, preparar mochilas, mirar adentro y afuera... Rafa Nahuel es semilla Mapuche.
* Publicado originalmente en Matanza Viva